La silimarina, contenida en las semillas, tiene la capacidad de fortalecer las membranas celulares del hígado impidiendo la absorción de aquellos productos
tóxicos que podrían dañarlo y estimulando al mismo tiempo la síntesis de las proteínas.
La silimarina en sus semillas lo convierte en uno de los mejores remedios para tratar el hígado graso.
Una de las cualidades más destacadas es su capacidad protectora y regeneradora de las células del hígado o hepatocitos.
Por capacidad hepatoprotectora, ayuda a subsanar los daños hepáticos, producidos en algunos casos por el exceso en el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias, ha demostrado ser muy eficaz en la regeneración hepática de las personas que sufren daños severos a causa de los medicamentos para el VIH, sobre todo los retrovirales, que son muy fuertes y lesionan el órgano, o de los tratamientos agresivos de quimioterapia en pacientes con cáncer.
Cabe añadir otras propiedades y beneficios, como su efecto antiinflamatorio, antialergénico, antioxidante, astringente -bloquea las secreciones-, venotónico
-favorece la circulación sanguínea-, hemostático -cohíbe y reduce las hemorragias-, diurético, hipoglucemiante –provoca la disminución de la cantidad de
glucosa en sangre- y colagogo -provoca la salida de bilis por la vesícula biliar-.
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